Han
pasado sólo siete días desde que empecé mi entrenamiento de cintura y me
resulta increíble la rapidez de mi progreso. Quizás no sea la gran cosa, pero como
no suelo adaptarme fácilmente a las circunstancias, no puedo evitar la emoción.
Los primeros dos días fueron los más
duros; por más que leyera instrucciones y viera tutoriales de cómo atar un
corsé, me era casi imposible y tardaba más en hacerlo que en traerlo puesto.
Como soy muy obstinada, me obligué a practicar hasta que me saliera perfecto.
Mágicamente los demás días ya pude atarlo bien y soportarlo más tiempo. Insisto
en que la presión del corsé en las costillas se compara con la de los aparatos
dentales. El metal de ambos cumple la función de empujar los huesos para
corregir la estética. Quienes hemos utilizado frenos por años recordamos que el
dolor y la incomodidad de la primera vez que nos los pusieron o cuando nos los
reforzaba el dentista, desaparece conforme pasan los días. Llevar corsé también
es cuestión de acostumbrarse. Aproximadamente lo estuve usando por un mínimo de
dos horas y un máximo de cuatro al día, incluso asistí a la universidad con él,
siempre con una blusa abajo para que los aceites corporales no lo ensucien a
pesar de ser muy aseada.
Hoy
en la mañana la cinta medidora me tomó por sorpresa; mi cintura natural ahora mide
27 in (68.6 cm), justo hasta donde logré apretar al inicio de esta aventura, y
puedo cerrar el corsé hasta los 26 in (66 cm). Para sólo una semana reducir 1
in (2.5cm) de cintura me parece bastante. Me inscribí a yoga los martes y
jueves en la mañana. He estado alimentándome sanamente y bebiendo mucha agua.
Descarté el pan y evito la chatarra. Sin embargo, estoy decidida a darme unos
lujos de vez en cuando si me porto adecuadamente. Seis pequeñas comidas al día
evitan inflarme y al estar bien balanceadas no sufro de hambre.
Es todo por ahora. Si gustan acompañarme en mi progreso, comenten y subscríbanse a mi blog y a mi canal de YouTube. Buenas lunas.
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