Magia

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De niña creía que la magia era una esencia con la que se nutría la existencia y ésta se encontraba en todas partes como fuerza creadora o regalo divino. Más tarde me di cuenta que tal explicación no difiere mucho del concepto de energía. Aprendí que la magia no se trata de sacar rayos verdes con tu báculo de dos metros de altura, ni convertir en sapo a todo el que se cruce en tu camino, sino que "magia" significa lograr algo o manipular algo de acuerdo a la voluntad de uno y no sólo implica lo sobrenatural.

Investigando más a fondo de varias fuentes, me di cuenta que no hay tal cosa como una división por colores dependiendo del elemento o el grado de "bondad" o "maldad", o su relación con conceptos como la sangre o el amor (roja, verde, azul, gris, etcétera). En cambio, me encontré con dos caminos a seguir: Sendero de la mano derecha y Sendero de la mano izquierda. En el primero, el mago blanco (así se le dice, aunque realmente eso de los colores sea simplemente una imposición cultural y lo correcto sea mago de la luz), aspira la unión con su dios o dioses. Conocimiento otorgado por sus deidades o cualquier regalo divino es sinónimo de iluminación para él. Su moral está basada en sus creencias, por lo tanto vive de acuerdo a las reglas de su religión. Su concepto del "bien" no le permite tratar con el lado oscuro, sino evitarlo, e incluso luchar por eliminarlo. En cambio, el mago oscuro del segundo camino no se somete ante nadie y busca convertirse en un dios. La iluminación para él, como dice el psicólogo C. G. Jung, se alcanza penetrando la oscuridad para descubrir sus secretos, los cuales son remotos y peligrosos. Trabaja con los planos caóticos, pues en ellos busca la liberación, verdad y sabiduría por su propia cuenta. Conoce y respeta las reglas para vivir en sociedad, sin embargo no se limita a una moral ya propuesta y forma su propia visión de las cosas, pues el bien y el mal para él no existen. Dragon Rouge, una de las organizaciones mágicas más importantes de Suecia, sustenta esto.

La magia se divide en:

1.  Magia baja (la más tradicional): Es toda aquella donde se requiere la ayuda de fuerzas simbólicas, como por ejemplo la protección de talismanes o estatuillas de ciertas deidades, o curaciones donde uno transmita al enfermo la energía de otras entidades.

2.  Alta magia (una más académica): Está ligada al desarrollo personal; uso del poder espiritual propio. Implica también rituales avanzados cuyas aspiraciones van más allá de obtener tesoros o causar daño. Esto es la búsqueda de la sabiduría, divinidad y manipulación de fuerzas y entidades de acuerdo a la voluntad de uno.

Lo sobrenatural ha estado siempre presente en todas las culturas, por lo tanto la magia se ha ido practicando a través de los milenios desde el comienzo de nuestra historia, sin embargo en un inicio no se diferenciaban las formas de prácticas mágicas. Cuando el ser humano comenzó a percatarse de las fuerzas ocultas de la naturaleza, inventó religiones para explicar el mundo y la razón de existencia, siempre en búsqueda continua de destapar el velo de misterio que cubre la verdad. Antiguamente no se conocía la diferencia entre alta magia y baja magia, sin embargo predominaba la práctica de la que definimos como baja, pues la alta emergió después mezclando el folclore con métodos escolares y propósitos mayores, narra Thomas Karlsson en su libro Qabalah, Qliphoth and Goetic Magic. Jean Laurent R. en su libro Grandes Enigmas Del Ocultismo nos cuenta que lo más importante para nuestros antepasados de todas las civilizaciones era conocer y controlar su destino, comunicarse con sus dioses, demonios u otras entidades, prepararse espiritualmente para la vida después de la muerte y explicar el “más allá” por medio de mitos. Figurillas y otras manifestaciones artísticas se hicieron en nombre de distintas deidades. La tradición mística fue pasándose de generación en generación para no perderse tal sabiduría. Ambos autores recalcan que los sacerdotes eran la máxima autoridad y representación divina. No sólo el arte, sino la ciencia también surgió en base al conocimiento místico. Retomando a Thomas Karlsson, en su mismo libro menciona que a medida que pasó el tiempo (posterior al Renacimiento), surgieron estudiosos que trajeron una nueva visión de la magia; nombra a S. L. MacGregor Mathers, Aleister Crowley y Dion Fortune, y entonces ésta fue dividida en dos escuelas. Dice que desde aquel entonces se empezó a dar más importancia a la mente y a establecer contacto con poderes superiores y otros mundos mediante la meditación, trance, rituales, entre varios métodos.