miércoles, 3 de abril de 2013

Templo interior




Despejo las ramas entrelazadas que dan forma al portón musgoso como piel de duende. La húmeda aliseda me abre camino a un cosmos que puedo personalizar a mi antojo. Piso la materia negra con mis pies descalzos y atrapo las estrellas fugaces con mis labios. De ellas están hechas las bestias errabundas que celan la infinidad de túneles en la cúspide de cada montaña de cristal. Subo corriendo escaleras traslúcidas para alcanzar un sol plateado que me encandila y extendiendo mis líquidas alas, vuelvo a lanzarme al vacío, rumbo a un sur impreciso. Absorbo el brillo de las galaxias al darme un clavado al mar de la eternidad. Las olas son viscosas y funcionan como capas interdimesionales. Al lograr sumergirme, mis piernas se transforman en una cola de sirena que fulgura como la luna creciente. Desciendo hasta un arrecife donde encuentro un libro cuyas páginas son escamas de peces azulinos y llevan las runas del océano grabadas. Lo reconozco; es mi grimorio, y este lugar, el origen.
            Cada persona, sin importar su grado de espiritualidad o escepticismo, posee un templo interior. Podemos tener varios a la vez, sin embargo siempre habrá uno principal al que se conectan los demás. ¿Pero qué es exactamente un templo interior? Conocido también como lugar mágico, cuarto astral, sitio de poder, entre otros nombres llamativos, es el espacio mental al que solemos ir a divagar cuando escuchamos música, cuando meditamos, cuando no ponemos atención en clase o cuando simplemente no tenemos nada que hacer y buscamos perdernos en algún recinto imaginario. Ésta podría ser la explicación más sencilla, pero no podemos limitarlo sólo a lo mental. Recordemos que también es una zona astral. Con esto me refiero a su naturaleza caótica y a que podemos encontrarlo en sueños y trances completos o parciales. Así como tenemos la habilidad de modificarlo a nuestro antojo, podemos también explorarlo y descubrir sus enigmas, los cuales incluyen portales a otras realidades. Sin embargo, es cien por ciento personal, así que sólo el poseedor es capaz tanto de visitarlo como de alterarlo. Si no hubiera barreras físicas entre las dimensiones, podríamos materializar estos mundos propios. Aunque hay quienes tienen la esperanza de que eso suceda algún día cuando el universo vuelva a ser caótico. Por otro lado, también podemos tener lugares mágicos físicos, no obstante éstos funcionan dentro de los límites de lo terrenal, aunque podemos utilizarlos como espacios de culto para realizar ritos especiales. Tanto mentales como astrales o físicos, sirven para que nuestro cuerpo y espíritu vaya a darse un descanso, recupere energías y se llene de sabiduría y poder. En Viaje a Ixtlán de Carlos Castaneda, Don Juan le dice al protagonista que cada partícula y cada ser vivo sobre el lugar mágico es amigo de uno y está bajo su cuidado, asimismo todo esto cuida de uno. Le explica que ahí es donde se reúne el poder que se ha cazado y que será donde a su muerte le muestre su última danza que hablará sobre las batallas que ha ganado y perdido, sobre alegrías y desconciertos, así como secretos y maravillas que ha atesorado. Es el lugar donde eventos poderosos dejaron huella y acumuló su poder personal. Expresa también que el lazo entre el guerrero y su lugar mágico es tan fuerte y hermoso, que uno al morir busca su sitio porque es lo que quiere ver por última vez antes de irse. 
Una breve descripción del mío he compartido. Cuéntame del tuyo.

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